Las cortinas azules que ondean en la ventana parecen fantasmas deslizándose en la cálida noche. Sentada en la cama escucha el ruido del reloj cuyas agujas marcan al paso del tiempo, son las cuatro. Una fría gota de sudor cae lentamente desde la sien por el contorno de su cara. Su pecho se mueve veloz y su respirar agitado haría creer a cualquiera que se está ahogando. Otra gota sudorosa resbala por su cuello y cae por su espalda erizándole la piel y un rápido escalofríos recorre su cuerpo haciéndola temblar. Cierra los ojos y las imágenes saltan a su mente, los abre rápidamente para reprimirlas pero no puede, aún con sus ojos bien abiertos las imágenes siguen apareciendo.
Estira su brazo por la mesa hasta alcanzar la perilla del velador. ¡Genial! Había olvidado que la lámpara se había quemado esa mañana. ¿Qué puede hacer? Podría levantarse y encender la luz o quedarse allí, donde está y tratar de dormir. Decide prender la luz, pero no puede levantarse, su cuerpo es demasiado pesado y termina quedándose sentada porque tampoco puede acostarse.
Levanta la mirada y observa los fantasmas azules que ondean en la suave brisa nocturna. Abajo, en las calles, todo está en silencio. Trata de pensar en otra cosa, en algo que le sirva para distraer su mente y alejarla de las imágenes que su cabeza invoca. ¿Su familia estaría durmiendo? Probablemente sí, tranquila, cada uno en su cama descansando, felices; excepto ella.
Ya más tranquila apoya su espalda lentamente sobre el colchón y se tapa con la sábana. Cierra los ojos y sonríe: “Es sólo un sueño”.
SCARLET
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